Todos llevamos un Cro-magnon dentro. Nuestro entorno ha evolucionado mucho desde la Edad de piedra. No tenemos el mismo clima. El paisaje ha cambiado. La tecnología actual está muy alejada de la que tenían nuestros antepasados. Pero aun con todas esas diferencias, seguimos siendo muy parecidos. Hoy vamos a buscar lo que nos une.
Nuestro aspecto
Físicamente sería imposible distinguir un habitante del paleolítico superior de uno de nosotros. Si acaso, nuestro estilo de vida sedentario ha hecho de nosotros seres con menos músculo y con más grasa. Pero el hecho de que engordemos al fin y al cabo es una capacidad (hoy en día una discapacidad) muy útil para la vida prehistórica cuando la comida no estaba asegurada y tener algo de reserva en el cuerpo podía marcar la diferencia entre seguir vivo o morir.
Tampoco ha cambiado mucho nuestra mente y la forma que tenemos de procesar datos. Los cro-magnones tenían que conocer totalmente su entorno para poder sobrevivir en él. Para ello necesitaban analizar e interpretar todas las pistas que la naturaleza nos ofrece. Una huella, un rastro de pelo, un olor, una rama rota etc. podían indicar el paso reciente de un animal comestible. El modo en que un cazador paleolítico encontraba su botín no es muy diferente del que utiliza ahora la policía para rastrear un delincuente.
Nuestras herramientas.
Cuchillos, hachas, agujas, arpones... son sus inventos y, tras miles y miles de años, aun los seguimos utilizando.
Nuestras herramientas.
Cuchillos, hachas, agujas, arpones... son sus inventos y, tras miles y miles de años, aun los seguimos utilizando.
Nuestro folklore.
¿A quien no le gusta reunirse alrededor del fuego a contar historias? Es lo que hacían más o menos nuestros antepasados paleolíticos cuando los diferentes clanes se reunían. Hay antropólogos que van más allá y que opinan que todos nuestros bailes formando un círculo (nuestro zortziko, una sardana...) son una evolución de aquellas danzas que posiblemente se hacían alrededor de una hoguera hace 20000 años.
El sentido de familia.
La percepción que tenemos de quien es nuestra familia, incluyendo tíos y primos, no es muy diferente del sentido de tribu o clan. Al parecer también en aquella época los abuelos jugaban un papel fundamental en el cuidado de los niños. El estilo de vida paleolítico permitió una esperanza de vida lo suficientemente elevada como para que abuelos y nietos coexistieran. Mientras las madres trabajaban, los hijos estaban cargo las abuelas (parece ser que el cuidado de los peques era cosa de mujeres). Estas no solo los cuidaban físicamente, sino que les transmitían conocimientos e historias favoreciendo la cohesión de la tribu. ¿Os suena esta situación?
En fin, hay muchas semejanzas entre nosotros y los que hace miles de años habitaron nuestras cuevas. Y tú ¿En qué te pareces a un hombre de las cavernas?
El sentido de familia.
La percepción que tenemos de quien es nuestra familia, incluyendo tíos y primos, no es muy diferente del sentido de tribu o clan. Al parecer también en aquella época los abuelos jugaban un papel fundamental en el cuidado de los niños. El estilo de vida paleolítico permitió una esperanza de vida lo suficientemente elevada como para que abuelos y nietos coexistieran. Mientras las madres trabajaban, los hijos estaban cargo las abuelas (parece ser que el cuidado de los peques era cosa de mujeres). Estas no solo los cuidaban físicamente, sino que les transmitían conocimientos e historias favoreciendo la cohesión de la tribu. ¿Os suena esta situación?
En fin, hay muchas semejanzas entre nosotros y los que hace miles de años habitaron nuestras cuevas. Y tú ¿En qué te pareces a un hombre de las cavernas?
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